Rey Álvarez, columnista.
El debate en torno a la reapertura del Viacrucis en La Badea, Dosquebradas, ha puesto en evidencia una problemática que va más allá de lo técnico: la falta de consenso entre las autoridades y la necesidad de priorizar la seguridad de la ciudadanía sobre intereses políticos o religiosos.
En este contexto, el diputado de Risaralda, Juan Carlos Valencia, ha jugado un papel crucial al llevar esta discusión a un escenario público y exigir respuestas claras a las autoridades competentes. Su intervención no solo ha visibilizado las contradicciones entre la Alcaldía de Dosquebradas y la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER), sino que también ha puesto sobre la mesa la importancia de tomar decisiones basadas en evidencia técnica y no en suposiciones o intereses particulares.
El diputado Valencia estuvo presente en el recorrido del Viacrucis y fue testigo de la masiva afluencia de personas, lo que lo llevó a cuestionar la capacidad del lugar para soportar una carga tan grande de visitantes.
Su relato sobre la dificultad para moverse entre la multitud y la necesidad de llamar a la policía civil para controlar el acceso al puente del Viacrucis es una señal clara de que, más allá de los riesgos geológicos, ya existen problemas logísticos y de seguridad que deben ser atendidos.
Valencia no se limitó a observar; tomó la iniciativa de contactar al director de la CARDER, Julio César Gómez, para obtener información directa sobre la estabilidad del terreno. La respuesta fue contundente: el Viacrucis es geológicamente inestable. Esta declaración contrasta con las afirmaciones de otros funcionarios de la misma entidad, lo que genera una preocupante incertidumbre.
El diputado ha sido claro en su postura: no se trata de oponerse a la reactivación del Viacrucis por razones políticas o religiosas, sino de garantizar la seguridad de las personas. Su llamado a invitar al director de la CARDER, a la DIGER Pereira y a la DIGER Dosquebradas a la Asamblea Departamental para que expliquen de manera clara y transparente si el Viacrucis es seguro o no, es una medida necesaria y urgente. Valencia ha insistido en que no se puede dejar esta decisión al azar o a la fe, especialmente cuando hay vidas en juego.
Su advertencia sobre lo que podría ocurrir si un aguacero intenso, como el que cayó días antes, se presentara durante el recorrido del Viacrucis, es un recordatorio de que la naturaleza no perdona errores.
Desde el punto de vista geológico, las preocupaciones del diputado están más que justificadas. El informe del ingeniero civil Pedro Chacón, funcionario de la CARDER, detalla problemas graves como asentamientos diferenciales, deterioro de las estructuras de evacuación de agua y fatiga estructural en el puente peatonal.
Estos no son riesgos menores; son indicadores de que el terreno no está en condiciones de soportar una afluencia masiva de personas, especialmente en temporada de lluvias. Aunque el alcalde Roberto Jiménez ha asegurado que se han implementado medidas de monitoreo y prevención, como la instalación de estaciones hidroclimatológicas y la evaluación diaria del terreno, estas acciones parecen insuficientes frente a las advertencias técnicas. La geología no se negocia: un talud inestable requiere intervenciones profundas, no solo paliativos temporales.
El diputado Valencia ha sido enfático al señalar que no se puede delegar en la fe o en la suerte la seguridad de las personas. Su frase, “no le dejemos a Dios que decida por cosas que los hombres debemos decidir”, resume la esencia de este debate: la responsabilidad de garantizar la seguridad recae en las autoridades y en los expertos, no en la divinidad.
Su llamado a la prevención y a la acción inmediata es un ejemplo de liderazgo en un contexto donde, lamentablemente, las decisiones técnicas suelen ser opacadas por intereses políticos o religiosos.
En conclusión, el diputado Juan Carlos Valencia ha desempeñado un papel fundamental en este debate al exigir transparencia y responsabilidad a las autoridades. Su intervención ha puesto en evidencia la necesidad de tomar decisiones basadas en evidencia científica y técnica, y no en suposiciones o intereses particulares.
Como ciudadanos, debemos respaldar su llamado a la prevención y a la acción inmediata. La reapertura del Viacrucis no puede ser una apuesta arriesgada; debe ser el resultado de un proceso riguroso y transparente que garantice la seguridad de todos los visitantes.
La geología no perdona, y las decisiones que tomemos hoy determinarán si el Viacrucis será recordado como un espacio de fe y devoción o como un ejemplo de negligencia y falta de prevención.