- El Hospital atendió el parto donde nació un bebé que, con muchas complicaciones en su salud, ya cumple 15 meses de vida.
El 12 de julio del 2021 nació Salvador con el síndrome prune belly, una anomalía congénita infrecuente caracterizada por hipoplasia o ausencia de pared abdominal con otras complicaciones en su riñón y tan sólo los médicos le pronosticaron entre 3 y 7 días de vida.
Su mamá biológica no tuvo controles prenatales, por lo que no sabía que estaba embarazada, razón por la cual abandonó al pequeño Salvador.
Diana Urueña tiene la custodia de Salvador, ella es la madre legalmente. Sin embargo, se considera la madre en todos los sentidos, no duda en decir que, “madre no es la que engendra sino la que está ahí, la que dedica tiempo, trasnocha, vela por su bienestar, sus derechos y sus condiciones”.
Ella se hizo cargo del bebé porque considera tener instinto materno, pues tiene un hijo. “Yo siento tal cual como si hubiera salido de mi vientre, me importa mucho su bienestar, hemos estado en este proceso los dos. No ha sido fácil, pero yo lo veo con tantas ganas de seguir viviendo, yo saco esa misma fuerza para apoyarlo en todo lo que él necesita”.
Salvador fue remitido a cirugía
A pesar de las complicaciones de salud, el niño no contaba con una EPS, razón por la cual el hospital lo afilió y le ofreció la atención requerida. “Era prudente y necesario dejarlo al cuidado de nosotros. El niño padece una enfermedad genética y prácticamente no tiene riñones. En otras palabras, los residuos del riñón que él tiene no trabajan adecuadamente” expresó Carlos Alonso Sánchez, médico general del servicio de Urgencias de pediatría.
Cuando el pequeño nació fue directo a neonatos donde estuvo hasta sus 30 días. Aunque, con tan sólo 3 días de nacido tuvo su primera cirugía de vesicostomía que es una abertura que se crea entre la vejiga y el abdomen a fin de que la orina salga libremente y con poca presión.
Este pequeño irradia dulzura, nobleza y fuerza, muestra valentía y ganas de vivir.
En un principio los especialistas hicieron una junta de médicos para revisar el caso puntual del pequeño y valorar el tratamiento que se comenzaría a realizar. “Fue un trabajo en equipo, inicialmente se decía que él iba a vivir de 3 a 7 días y no había nada que hacer, porque cada vez pasaba algo y era un obstáculo más” afirma Diana Urueña.
Bautizo y bendición de vida
Una tarde apresurada Diana Urueña encontró al bebé en la camilla con los ojos tristes y labios resecos. Una persona del hospital le recomendó que lo bautizará, porque era mejor que el bebé tuviera la bendición de Dios por si llegaba a morir.
El Hospital San Jorge cuenta con una capilla que ofrece misas diariamente a las 4:00 de la tarde. Diana decidió subir las escaleras para hablar con el sacerdote y pedirle que le diera la bendición y así fue, sin reparo alguno el sacerdote lo bautizó.
Según la madre adoptiva, el bebé tenía otra actitud, su semblante en el rostro cambió, estaba con más energía y recibió de buena manera los medicamentos y el tratamiento que los médicos le habían diagnosticado.
“Salvador es un regalo de Dios, es un niño que viene para algo muy especial en este mundo. Tiene algo que a todas las personas que lo conocen, se impactan y se enamoran de él y eso es algo muy hermoso”, dice su madre.
Salvador cuenta con un solo riñón que no funciona a un nivel adecuado. “Si él orinaba, era porque el riñón actuaba con fuerza. El nefrólogo decía que él niño no daba nada” dice Diana.
Esa etapa se logró superar y se volvió una cotidianidad para las vidas de ambos, tanto para el bebé como para ella, quien es la que se encarga de este proceso. “Fue una situación muy difícil, pero ya hace parte de las cosas naturales como bañarlo, vestirlo, hacerle la diálisis, entre otros. El tratamiento lo ha recibido bien”.
Una conexión irrompible
El vínculo emocional que Diana sintió al conocer al pequeño, fue inmediato.
“Me tocó tomar la decisión de dejar prácticamente mi vida. En la parte laboral, emocional y sentimental; en todos los sentidos, es decir, tuve que dejar mi trabajo, porque un bebé requiere de cuidados, yo amo el deporte de la bicicleta, pero ya no puedo practicarla. Renuncié a todo ese tipo de cosas. Transformarse para ser doble mamá es muy duro, porque yo tengo un hijo de 7 años que también adora a Salvador, era el hermano que le faltaba”, agregó ella.
Uno de los cuidados de mayor atención es la alimentación, según el médico del hospital, debido a su mal desarrollo del sistema gastrointestinal, no puede digerir de manera normal su comida. Explica Diana que cuando a Salvador se le dio de alta por primera vez a sus 38 días de vida, la nutricionista del San Jorge gestionó la alimentación, además de las citas programadas con los especialistas que requería Salvador para mejorar su calidad de vida.
Esta madre se siente muy agradecida con el Hospital San Jorge por el acompañamiento y por brindarle un servicio de calidad. A Salvador lo revisan constantemente especialistas, médicos, y se le realizan exámenes. “Todos los doctores, especialistas, enfermeras han sido muy humanos y nos han apoyado en todo el proceso, todos son un amor con él bebé”, destacó.
Mamá luchadora e inquebrantable
La labor de Diana es compartida, detrás de ella hay muchas personas que la apoyan, “él estaba en oración. He tenido muchas bendiciones en el camino, y pues por eso, he podido, porque tenemos que ser consciente que también lo económico se necesita”.
Salvador se encuentra en su hogar rodeado de una familia que lo ama y está dispuesta a apoyarlo en sus dificultades.
Diana tiene dos hijos y relata con amor y mucho orgullo a sus conocidos, la historia de Salvador; un hecho que conmueve a más de una persona y reconoce la determinación de los profesionales del Hospital Universitario San Jorge de darle esperanza de vida a Salvador.
Diana, su madre adoptiva, agradece el apoyo con que contó, “hay que agradecerle a la ciencia porque también por ella estamos aquí. Pero el que manda es Dios, todo pasa porque Dios lo permite”, así lo manifiesta.
La resistencia y amor por la vida han convertido a Salvador en un símbolo de esperanza, de lucha constante, pues este pequeñito ha hecho que su corta historia conmueva el corazón de personas caritativas que lo apoyan con su solidaridad.
Quienes quieran apoyar, se pueden comunicar con Diana Urueña al teléfono: 3124671562.
Vía: Prensa de la Gobernación de Risaralda.