El Hospital de Alta complejidad: avances,garantías y desafios pendientes

Por Rey Álvarez, columnista.

La construcción del Hospital de Alta Complejidad en Risaralda es, sin duda, una de las obras más importantes para el Eje Cafetero y regiones aledañas como Chocó, Norte del Valle y Tolima. Durante una reciente visita a la obra, el contralor General de la República, Carlos Hernán Rodríguez Becerra, y el gobernador de Risaralda, Juan Diego Patiño Ochoa, dieron cuenta de los avances y aseguraron que los recursos para la segunda etapa del proyecto están garantizados. Sin embargo, detrás de las buenas noticias, persisten preguntas que exigen respuestas claras y acciones concretas.

El gobernador Patiño anunció que el Ministerio de Salud cuenta con una reserva presupuestal de 200 mil millones de pesos, a los que se suman 120 mil millones de pesos en fiducia, destinados a la segunda fase del hospital. Además, la Gobernación de Risaralda aportará 40 mil millones de pesos provenientes de vigencias futuras. Estas cifras, sin duda, son alentadoras y reflejan un compromiso conjunto entre el gobierno nacional y local. Pero, ¿qué tan sólidas son estas garantías en un contexto de restricciones presupuestales a nivel nacional?

El contralor Rodríguez Becerra ha incluido este proyecto en la lista de obras prioritarias que presentará al gobierno nacional, con el fin de evitar que se vea afectado por las dificultades económicas del país. Este gesto es importante, pero no suficiente. La historia reciente está llena de proyectos que, pese a contar con avales y promesas de financiación, terminaron truncados o con sobrecostos. La pregunta que surge es: ¿qué mecanismos concretos se implementarán para asegurar que los recursos lleguen a tiempo y se ejecuten de manera eficiente?

El contralor también destacó el papel de los organismos de control, como la Contraloría y la Procuraduría, en el acompañamiento de esta obra. Su enfoque no es solo fiscalizador, sino facilitador, buscando evitar que el proyecto se convierta en otro “elefante blanco”. Este cambio de enfoque es positivo, pero no debe interpretarse como una relajación de los controles. La prevención de irregularidades y la transparencia en la ejecución de los recursos deben ser prioridades irrenunciables.

Un aspecto destacable es la participación de las veedurías ciudadanas, que han jugado un papel fundamental en la vigilancia del proyecto. Este ejercicio de empoderamiento comunitario no solo fortalece la transparencia, sino que también reconstruye la confianza en las instituciones. Sin embargo, la participación ciudadana debe ir más allá de la entrega de información. La comunidad necesita ver resultados tangibles y sentir que su voz tiene un impacto real en las decisiones que afectan su bienestar.

El gobernador Patiño ha sido enfático en señalar que la obra beneficiará a más de cuatro millones de personas, lo que la convierte en un proyecto de interés regional. Sin embargo, no podemos perder de vista que, en un país con múltiples necesidades, la priorización de recursos debe ser justa y equilibrada. ¿Cómo se asegurará que este hospital no compita con otras urgencias, como el pago de subsidios o la crisis energética? La transparencia en la asignación de recursos es clave, pero también lo es la capacidad del Estado para cumplir con sus obligaciones sin sacrificar otros sectores vitales.

En conclusión, el Hospital de Alta Complejidad es una obra que inspira optimismo, pero también exige vigilancia. Los anuncios del gobernador y el acompañamiento de la Contraloría son pasos en la dirección correcta, pero no podemos bajar la guardia. La financiación, la transparencia y la participación ciudadana serán los pilares que determinen si este proyecto cumple con su promesa de ser un legado para la región. La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos haciendo lo suficiente para garantizar que así sea?

Este hospital no solo debe ser una obra física, sino un símbolo de que, cuando hay voluntad política, acompañamiento técnico y participación ciudadana, es posible sacar adelante proyectos que transforman vidas. Pero para ello, las promesas deben convertirse en realidades, y las sombras de la desconfianza deben disiparse con hechos concretos. El tiempo lo dirá.

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